Como novedad, y con bastante retraso, este año analizaremos las que consideramos que son las mejores series de 2013 estrenadas internacionalmente, seguido de un repaso de otras nuevas series que nos parecen interesantes rescatar entre tantos productos de consumo rápido y olvidable.
Este año han sido pocas las series sorprendentes, pero, sin duda, han sido las producciones británicas las que han destacado muy por encima de cualquier otra industria. Sin más dilación, y con ánimo de compartir y discutir opiniones, os presentamos, en orden aleatorio, nuestra selección de lo mejor del año.
Escrito por Carlos Cristóbal y Miguel Cristóbal
Las mejores series de 2013
HOUSE OF CARDS, de Beau Willimon (Netflix)
Durante los años 90, la BBC emitió una serie, basada en la novela homónima de Michael Dobbs, que desenmascaraba la corrupción política de los años del Thatcherismo. 20 años más tarde, Netflix nos presenta esta libre adaptación de la serie británica en un escenario completamente distinto.
Francis Underwood (Kevin Spacey) es un congresista sin escrúpulos que, decepcionado con sus compañeros, hará todo lo que esté en su mano por manejar los hilos de poder en Washington, con la ayuda de su calculadora mujer Claire (Robin Wright) y su confidente periodístico Zoe Barnes (Kate Mara), con la intención de ocupar la Secretaría de Estado del nuevo gobierno.
Una serie ambiciosa, elegante y de tono muy cínico sobre los entresijos del poder, en la que nadie está a salvo de las fauces de ese tiburón político. Como toda serie norteamericana, adolece de ciertas debilidades: alguna subtrama de relleno (en contraposición a un comienzo y final de temporada impecables), pequeños fallos de credibilidad y falta de una seria crítica y reflexión social; pero, aún con ello, esta serie funciona como un magnífico mecanismo de relojería, gracias a un reparto excelente, un guión sobriamente cincelado y una dirección rítmica y eficiente (destacando David Fincher). Mucho más nos descubrirá próximamente este astuto manipulador maquiavélico que es el implacable Underwood.
THE FALL, de Allan Cubitt (BBC 2)
Todos llevamos una doble vida, seamos o no conscientes de ello. Hay una mujer ambiciosa, autoritaria, fría, que hace de su oficio su hobby, perdida en su propia obsesión de cazar a un asesino de mujeres. Gillian Anderson (famosa por su protagonismo en la serie Expediente X) es Stella Gibson, una versión más joven de la emblemática teniente Jane Tennison (Helen Mirren) de la serie policíaca Prime Suspect.
Stella se identifica con las víctimas porque ellas son un reflejo de su propia vida personal: solitaria y promiscua. Hay también un hombre (Jamie Dornan), moderadamente reservado, benevolente, que trabaja confortando a otras personas en sus desgracias familiares, tiene dos hijos y una mujer, y en sus ratos libres acecha, fantasea y mata a otras mujeres. Son el policía y el criminal dos personajes que padecen una misma enfermedad pero desde extremos opuestos de la hoja del cuchillo.
The Fall es la historia de esa relación psicológica y fantasmagórica que se establece entre cazador y presa, marcado por una fría atmósfera y un pulso firme en la dirección de Jakob Verbruggen. Un estupendo thriller realista e inquietante, bien escrito e interpretado, ambientado en una Irlanda que aún tiene que saldar sus deudas con la independencia y el terrorismo.
LOW WINTER SUN, de Chris Mundy (AMC)
Adaptación, una vez más, de una miniserie británica –la falta de originalidad en la televisión norteamericana es ya evidente–, dirigida por Adrian Shergold y escrita por Simon Donald en 2006. Ya desde el comienzo, la serie respira gravedad y frenesí: dos amigos ebrios, un afectado Frank Agnew (Mark Strong, quién también protagoniza la serie original) y un inquieto Joe Geddes (Lennie James), ahogan premeditadamente a su otro compañero de juerga. Aquí la contrariedad es que los tres son policías.
Lo que parece ser un crimen perfecto y “justificado”, muy pronto comenzará a perseguir a los dos detectives. Dirigida con nervio e interpretada con maestría, esta serie contiene diversos elementos admirables: personajes agridulces y en escala de grises, paisajes desolados y melancólicos, interiores oscuros y asfixiantes…
La serie fue cancelada, y con razón, ya que se trata de un relato conclusivo cuya trama resulta inviable estirar más, y de la que incluso se hubiera agradecido la exclusión de ciertos secundarios de relevancia innecesaria. Pese a algunos momentos demasiado forzados e increíbles, consigue mantenernos en vilo, pegados a la pantalla, siguiendo una trama emocionante y dramáticamente in crescendo, disfrutando de televisión de calidad.
SOUTHCLIFFE, de Sean Durkin (Channel 4)
Encogido por la tensión, el rostro sudoroso del periodista David Whitehead (Rory Kinnear), encargado de cubrir la noticia sobre el asesinato en masa que acaba de suceder en Southcliffe, escupe a la cámara, ansiosa de noticias sentimentales y adjetivos masticados, una inesperada alocución: “Sois una comunidad unida, respetuosa de la ley, almas sencillas, buenas gentes. Anglosajonas. Eso es lo que dice en vuestra televisión. ¿Es eso lo que pensáis que sois? No es lo que recuerdo. No es lo que veo ahora”.
Southcliffe nos habla de la alienación, el abuso, la incomunicación, el ostracismo social y también es la crónica de una muerte anunciada (en este caso, muchas muertes, una matanza en un modesto pueblo rural del sudeste de Inglaterra). A partir del guión de Tony Grisoni, es un retrato de las causas y consecuencias de una tragedia de semejante magnitud a través de saltos en el tiempo concatenados. Filmado de forma exquisita y con un ritmo que no decae gracias al buen hacer de Sean Durkin, que ya nos deleitó con la película Martha Marcy May Marlene.
Fríos, implacables y desgarradores son los cuatro episodios de esta fabulosa miniserie en la que participa un abigarrado número de actores conocidos de la escena británica, como Sean Harris (el Ian Curtis de 24 Hours Party People), Anatol Yusef (ahora ocupado en la serie Boardwalk Empire) o los grandes Eddie Marsan (Tyrannosaur, Filth, Junkhearts) y Shirley Henderson (Trainspotting, Wonderland).
OTRAS MENCIONES
UTOPIA, de Dennis Kelly (Channel 4)
Es la gran apuesta del Channel 4 a la intriga y el frikismo; la historia de una conspiración mundial y de los antihéroes que se ven inmersos en su telaraña, de forma accidental –como le sucede a todos los antihéroes–, para salvar al mundo con la única ayuda de un cómic indescifrable. Pese a lo convencional de su argumento, Utopia desarrolla su premisa con dosis de ingenio y talento, al ritmo de la estupenda música de Cristobal Tapia de Veer.
Una aventura donde los villanos y los buenos tienen una segunda agenda y nada es lo que parece. Valiente y entretenida, sin embargo, no termina de colmar las expectativas que suscitan sus primeros episodios. El arco argumental pierde verosimilitud en un torbellino incesante de sorpresas y giros de guión que terminan por dejar de asombrarnos y disociarnos de su historia.
TOP OF THE LAKE, de Jane Campion (Sundance Channel, BBC y UKTV)
Tras pasar unos años en Australia, la detective Robin (Elisabeth Moss) vuelve a su pueblo natal, a orillas de un lago del sur de Nueva Zelanda. En esos días, desaparece una adolescente embarazada, hija de un capo local de la droga (cojonudo Peter Mullan). La investigación para encontrarla descubrirá la corrupción y degeneración soterrada en el pueblo, las miserias de sus habitantes y el trágico pasado de la protagonista.
Esta co-producción australiana, inglesa y norteamericana, es un interesante drama criminal, marcado por una sensibilidad muy femenina, donde nada sigue una fórmula establecida; para bien y para mal. Una miniserie algo lenta, cargada de elementos inverosímiles o previsibles que le pasan factura, pero, al mismo tiempo, es de lo más emocionante y evocadora: hermosos paisajes, profundidad psicológica en sus personajes, referencias a Twin Peaks, belleza en su narración y una atmósfera casi opresiva.
PEAKY BLINDERS, de Steven Knight (BBC 2)
Ambientado en los violentos años 20, una familia de gángsters, encabezada por Thomas Shelby (Cillian Murphy), quiere expandirse por la industrial ciudad de Birmingham. A este hervidero de obreros, comunistas, bandas mafiosas y terroristas del IRA, se le suma un inspector de policía (Sam Neill), quién deberá detener a toda costa a los Peaky Blinder.
Con una ambientación fascinante y al ritmo de la música de Nick Cave y The White Stripes, se trata de una serie efectista de puro entretenimiento, pero, en este caso, la fórmula funciona: diversión, acción, personajes bien construidos, notable dirección y puesta en escena, tensión y mucho ritmo; la antítesis de esa aburrida e insustancial Boardwalk Empire. Su gran problema: el deficiente guión de los últimos episodios consigue desplomar todo el artilugio. Esperemos más en la próxima temporada.
DATES, de Bryan Elsley (Channel 4)
Cada episodio es una cita entre dos desconocidos que buscan salir de sus confortables caparazones en busca del amor o, en el peor de los casos, un revolcón casual. Londres, con sus cafeterías, restaurantes e inoportunos camareros, es el escenario donde se desarrolla cada mini romance o tragedia de una noche en la soledad de la gran ciudad. Sus conversaciones son como un duelo de espadas, en donde las parejas se transforman en antagonistas y amigos en una intimidad forzosa y repentina.
Dates responde a la proposición que ya hizo unos años atrás, con más inteligencia, En terapia, donde paciente y psicólogo se interrogaban acerca de los mecanismos de sus propias vidas. Esta serie peca de ser irregular y de contar con algunos episodios predecibles y mediocres. Con todo, las interpretaciones son brillantes y resulta sugestivo ese encuentro o desencuentro con lo inesperado, donde las expectativas se frustran o emergen, los egos se enfrentan y los desconocidos mienten sobre sí mismos para no dejar al descubierto sus heridas emocionales, su vulnerabilidad de ser humano.
RECTIFY, de Ray McKinnon (Sundance Channel)
Tras 20 años en el corredor de la muerte, las pruebas de ADN que incriminaban a Daniel Holden (Aden Young) son anuladas. Después de abandonar el infierno, este supuesto criminal tendrá que reintegrarse en la sociedad, recuperar su familia y su propia identidad, lidiar con todos aquellos que le odian y siguen buscando su perdición y, en definitiva, luchar por sobrevivir en un mundo que no se limita a cuatro paredes.
A esta trama que ya atrapa de por sí, se le suman personajes de múltiples capas, relaciones interpersonales muy cuidadas y algunos momentos de gran belleza. Pese a sus múltiples aciertos, la credibilidad y la emoción se acaba disipando: en ocasiones, el personaje resulta irrisorio por su extrema bondad y la incomprensión que despierta entre los demás; mientras, la trama avanza morosamente y se disuelve en espiritualismo de dudoso calado y en la ingenuidad propia de una mala película indie. Esperemos que mejore en próximas temporadas.
Si la lista resulta tan reducida es, como ya decíamos, por la falta de nivel de este año. Hay muchas series que no hemos mencionado a propósito, por habernos parecido mediocres, decepcionantes o simplemente aburridas; ya sean grandes producciones de éxito (Masters of sex, Broadchurch, Orange is the new black…), fracasos comerciales cancelados (Hello ladies, Mob City…), pequeñas producciones que han dado que hablar (In the flesh, Derek…), series de animación que ha despertado la emoción del mundo otaku (Attack on Titan, Flowers of evil…) o miniseries británicas (What remains, The escape artist, The wrong mans, Run, The tunnel…).
Madrid y Helsinki, 10 de mayo de 2014
Yo creo que falta The Following y Hannibal…..Para mi han sido 2 pelotazos del 2013.
Pero como todo para gustos los colores….un saludo!