Nos quejaremos, compartiremos eslóganes y canciones, unos intentarán llenar plazas, otros verán más práctico encerrarse en sus casas o embriagarse en noches de alcohol. Los tiempos de las revoluciones se han sustituido por los de la apatía y la resignación. Nadie cambiará nada, seguirán lloviendo piedras mientras asistimos al hundimiento de nuestro país. Pero unos pocos idealistas seguirán luchando para cambiar nuestro sistema. En las letras de Bretón Armada podemos encontrar precisamente esa voz actual de la denuncia.
Breton armada: Decadente comienzo de siglo
por Roberto De Pedro y Carlos Cristóbal
Hace algún tiempo, cuando la música electrónica se empezaba a escuchar aquí, en España, con la coartada perfecta de la movida, ya sonaban dos nombres propios en la música de vanguardia: Luis Prósper y Big Toxic; dos veteranos maestros juntos ahora en un proyecto sobresaliente Breton Armada. Este primer trabajo “Principios de siglo” se encuentra cargado de letras que critican certeramente al ser humano, al sistema y a la propia sociedad. Un disco fruto de una época donde va muriendo la fe en nuestros dirigentes, en el capitalismo y en el mercado a la vez que proporcionalmente aumenta el nivel de desinterés, apatía, egoísmo y soledad del individuo.
Luis Prósper precursor de la música tecno pop y el new romantic, formó en los ochenta junto a Clara Morán y Germán Espada OVIFORMIA SCI sin mucho efecto en el panorama musical.
Después de algún tiempo en Londres regresa a España y junto con sus compañeros de Oviformia sci Emprenden un nuevo proyecto, esta vez con el nombre de: HEROICA con el que publican tres l.p.s, siempre fieles a su estilo innovador y transgresor. Un ambiente futurista y ficticio que armoniza a su vez con la realidad de la época.
A mediados de los noventa comienza una larga colaboración de más de una década con FANGORIA como compositor y arreglista de éxitos como «NO SE QUE ME DAS», «ELECTRICISTAS», «HOMBRES», «ME ODIO CUANDO MIENTO», «QUIERO SER INOCENTE”, “VOY A PERDER EL MIEDO” , etc… Un Luis Prósper en pleno estado de gracia que además en este tiempo junto a Nacho Canut monta ULTRATWIST en el CHINA CLUB y crea un nuevo proyecto de música electrónica instrumental ACTIBEAT.
Big Toxic ha formado parte de proyectos muy diversos en el panorama electrónico español, formando el grupo Frecuencia Beta, introduciéndose en la escena tecno española durante cinco años como productor y mezclador. Ha sido responsable durante años del sonido de La Fura dels Baus, ha producido y compuesto buena parte de los primeros tres álbumes de Fangoria. También, ha creado la banda sonora de cortos y películas como La lengua asesina y ha sido responsable de proyectos de cualquier tipo: tecno, pop, teatro, ballet… colaborando con Bunbury, The Lazy Sundays y Esclarecidos, entre otros. Y por terminar, es el alma mater de Dirty Princess. A lo largo de su trayectoria ha mantenido como centro de operaciones su propio estudio de Madrid, Toxic Audiodrome, y a través de esos trabajos se ha ido haciendo un hueco como uno de los principales personajes de la escena musical contemporánea española.
Breton Armada nos regala un trabajo exquisito, un plato cocinado a fuego lento, con un resultado excelente, retomando el pulso al tecno primigenio y de culto con letras maduras que llegan a lo más profundo del subconsciente, ahí donde retumba la conciencia. Un disco especial envuelto en una nube de crítica social casi palpable.
Y es que en estos días nos quejaremos, compartiremos eslóganes y canciones, unos intentarán llenar plazas, otros verán más práctico encerrarse en sus casas o embriagarse en noches de alcohol. Los tiempos de las revoluciones se han sustituido por los de la apatía y la resignación. Nadie cambiará nada, seguirán lloviendo piedras mientras asistimos al hundimiento de nuestro país. Pero unos pocos idealistas seguirán luchando para cambiar nuestro sistema. En las letras de Bretón Armada podemos encontrar precisamente esa voz actual de la denuncia.
En sus canciones que nos hablan de la vulgaridad del mundo en que nos encontramos y del remedio trágico que se le podría poner individualmente hablando como en “Imagínate a ti y a mí y una pistola en un hotel”. De la pérdida de identidad y la hipocresía a la que hacemos uso después de seguir por el camino marcado sin pararnos a pensar, porque ¿para qué pensar? Sí, “Somos tontos y felices”. O del final de la clase media en “Lloviendo piedras” que nos habla de la derrota de las revoluciones liberales, de cómo nuestra fuerza inconformista se ha transformado en un aburguesamiento perezoso que renunció a su lucha por las vulgares y nimias comodidades del capitalismo. Al final en toda revolución solo ha habido un vencedor, el capital.
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“En la azotea” da un paso más allá. Denuncia que una vez que hemos entrado dócilmente en el juego del sistema, ni siquiera somos dueños de nuestras propiedades, ni nuestro trabajo, ni nuestra novia, ni nuestra casa. Tan sólo somos esclavos amargados y nostálgicos, recordando un pasado mejor desde la azotea, el nivel más alto al que podemos aspirar, el lugar desde el que tan solo nos queda lanzarnos al vacío. Aunque en este disco contextual sobre la decadencia y la pobreza de valores también encontramos un hueco para el amor de una manera casi heroica en canciones como «Por tu bien».
La corriente Pop electrónica no es nueva en España, pero sí parece estar sirviendo de recurso a innumerables grupos pop, que se ven arrastrados por esta segunda juventud, que parece estar viviendo esta oleada de tecno Pop. Una oleada que sirve de alternativa en la propuesta musical actual. Dorian, Hidrogénese, Joe Crepúsculo, Astrud, Extraperlo… son algunos de los grupos que la han ido formando a lo largo de los últimos años.
Desde un punto de vista histórico, el Pop está relacionado con el cambio de mentalidad y con la búsqueda de nuevos valores, ya sean morales o simplemente estéticos, con letras profundas o surrealistas. Lejos quedan las chupas de cuero y cremalleras, cadenas de perro, minifaldas y medias de rejilla, pelos cardados y colores imposibles; look de rebeldía en la década de los 80. Pero si nos queda su esencia, más allá del colorido paisaje Pop; la espontaneidad y la falta de prejuicios y las ganas de aportar, de conmover, de protestar, sobre la cada vez más decadente sociedad. Parece contrapuesto que un mundo lleno de color como es el Pop nos sirva de vía alternativa de crítica y demanda de algo mejor. ¿Quizás sea la música la única forma de llegar a ser escuchados y burlar todas las privaciones y censuras que el mercado, la sociedad y nosotros mismos nos imponemos? Sea como sea; cantautores, rockeros, raperos… que la música nos sirva no sólo como diversión o entretenimiento, sino como una puerta abierta de la cultura, a la reflexión y a una nueva mentalidad.
Bretón Armada quizás siga una corriente romántica melancólica (en busca de lo imposible), social o surrealista… ¿qué más da? Si hay algo que define la música del siglo XXI, es precisamente esta nueva mentalidad dominada por la posmodernidad, donde pueden confluir estilos musicales y percepciones temáticas diversas sin perder cohesión ni sentido musical. Y así perder esas etiquetas específicas que tanto gusta emplear los críticos y que delimita el talento y la libertad de los grupos. El eclecticismo y el abandono de los prejuicios es la firma de la música de esta época.
Entre Madrid y Toledo, 20 de marzo de 2011