BATMAN: AÑO UNO.
Miller, Burton y Nolan, unidos por la violencia.
Gordon es un funcionario pesimista. Bruce Wayne es un disfraz. Batman una causa. Y no se puede dejar de intuir que todos están condenados por diversas circunstancias, soldados en una guerra sin final. Batman busca algún tipo de venganza por el asesinato de sus padres a manos de un criminal anónimo, pero Gordon es preso del trabajo, la honradez le ha llevado a la peor cloaca del universo DC y eso se debe a su familia. Ambos son esclavos de la violencia de Gotham…
por Pablo Cristóbal
Se estrena en dvd la adaptación animada del comic de Frank Miller, Batman: Año Uno. En éste título se narran las primeras andanzas de un James Gordon recién llegado a la ciudad de Gotham al unísono que la creación del mito alado, donde cada cual mantendrá su cruzada personal contra el crimen que los asedia: Batman se enfrenta a proxenetas y ladrones de baja estofa mientras Gordon tiene que vérselas con sus propios compañeros del departamento de policía.
La especial importancia de esta cinta es que en ella prevalecen los orígenes del personaje que sirvieron como referente al cineasta londinense Christopher Nolan en su nueva trilogía: Batman Begins (2005), The Dark Knight (2008) y The Dark Knight Rises (2012) en la que Gary Oldman encarna al teniente Gordon y Christian Bale encabeza el reparto como Bruce Wayne/Batman. También sirvió como piedra angular para Batman: La máscara del Fantasma (1993) otra de las mejores cintas animadas del justiciero en la que se rememoran sus primeras y más torpes hazañas, que incluyeron a un Batman sin su destacado traje y una redada policial, situación que desde la exploración de Miller se repetiría en las obras de Burton y Nolan.
El aficionado ortodoxo estará más de suerte que nunca con esta nueva adaptación animada pues se nos presenta el cómic, plano a plano, viñeta a viñeta, tal como Miller y Mazzuchelli nos narraron en su día las trágicas vivencias de James Gordon junto a la violenta experiencia del regreso de Bruce Wayne a su ciudad natal. Ésta simboliza una victoria de la industria pues no omite hechos políticamente incorrectos como sería ver al agente Gordon lamentándose por haber dejado embarazada a su mujer a la vez que mantiene una aventura con una compañera del trabajo, la presentación de Selina –Catwoman- Kyle como una prostituta especializada en sadomaso y, más aún, que en el acto final de la película Batman vaya vestido con ropa de calle y no tenga que salvar a toda la ciudad de Gotham de un genocidio perpetrado por el más villano de los villanos. Acontecimientos que Hollywood jamás permitiría que se rodasen en una película de cómic y que Nolan ha dosificado u omitido con una censura descarnada. En Batman Begins se suplantaron por una serie de parloteos y discursos que proponen una oda a la decencia humana.
No deja de ser gracioso que el comic, formato largamente desacreditado, contenga varios aspectos más maduros y escabrosos que las edulcoradas producciones llevadas al celuloide para goce de millones de personas, una masa que seguirá asociando el comic a la guardería del arte y a un consumo preadolescente.
Arriba: Batman Año Uno, con guión de Frank Miller y dibujo de David Mazzucheli, publicado originalmente entre 1986 y 1987.
En el caso de este novedoso material animado todos los ingredientes funcionan a la perfección ya que no se ha desvirtuado el buen hacer de Miller ni se han inventado féminas florero que aburran al público más crítico con sus moralinas o, peor, aún, que sean objeto de un continuo rescate que convierte al murciélago en una especie de moderno Errol Flynn (The adventures of Robin Hood, 1938). Como ya sucediera con ese exceso de protagonismo que se le otorgó a Kim Basinger en su papel de la (¿intrépida?) reportera Vicky Vale (Batman, 1989) quien fuera rescatada en más de un par de ocasiones o las constantes apariciones de la soporífera Rachel Dawes, interpretada, primeramente, por una Katie Holmes condescendiente y caritativa, más madre que amante del antihéroe alado (Batman Begins, 2005), y, posteriormente, encarnada por Maggie Gyllenhaal en una ridícula femme fatale de belleza e inteligencia discutible (Dark Knight, 2008).
Al hilo de Rachel Dawes, es de agradecer el acierto encubierto de este último Joker (Dark Knight) que consiste en prevenirnos, a través de su fabuloso “truco de magia” – donde hace desaparecer un lápiz –, del fatal devenir de este innecesario personaje. De un solo plumazo, hace “fracasar” a Batman en su tercera operación de rescate para con esa inepta ayudante del fiscal del distrito volatilizándola inesperadamente. Ésta es una estrategia magistral por tres motivos: echa del elenco al personaje más molesto del largometraje -Rachel Dawes-, cuestiona la infalibilidad del vigilante alado y origina la creación del otro villano largamente esperado, Dos caras.
En este acertado truco de ilusionismo de Nolan (recordemos que su película anterior fue The Prestige, 2006) afianza el carisma del Joker, ladrón de bancos y del protagonismo de la película, dejando a Christian Bale en un vergonzoso segundo plano, como ya le ocurriera a Michael Keaton con Jack Nickolson en la versión de 1989 de la mano de Tim Burton.
En el caso de Batman: Año Uno, el antihéroe también queda casi relegado a un segundo plano, pero no a un nivel inferior, como el de Burton, donde se encuentra más pendiente de seducir a Vicky Vale que de salvar la ciudad de Gotham, ni como en el caso de The Dark Knight, con un Bruce Wayne que se siente condenado al ostracismo emocional y en vías de prejubilarse como justiciero.
El Batman de Miller es un extraño, un personaje anónimo del que no sabemos casi nada, ni siquiera nos cae bien, sus pensamientos son más bien viscerales y todo su acting es meramente físico. Wayne no establece vínculos humanos, no persigue el amor o la comprensión, y ni falta que le hacen. El componente trágico lo proporciona Gordon en su lucha para mantenerse íntegro en un departamento que intenta corromperlo a toda costa, en contraposición con la vida cotidiana que intenta llevar junto a su esposa encinta, lo cual simboliza una utopía.
Gordon es un funcionario pesimista. Bruce Wayne es un disfraz, Batman una causa. Y no se puede dejar de intuir que todos están condenados por diversas circunstancias, soldados en una guerra sin final. Batman busca algún tipo de venganza por el asesinato de sus padres a manos de un criminal anónimo, pero Gordon es preso del trabajo, la honradez le ha llevado a la peor cloaca del universo DC y eso se debe a su familia. Ambos son esclavos de la violencia que la urbe llamada Gotham (indiscutible personaje principal de la saga) se ha encargado de generar:
El multimillonario y príncipe de Gotham, Wayne cree que ha elegido luchar contra la injusticia cuando su vida ha sido predeterminada por los apetitos insaciables de la ciudad y Gordon no puede pedir el traslado porque es un buen policía en una mala ciudad, como diría Sean Connery en Los Intocables de Elliot Ness (Brian de Palma, 1987).
Se transforma así una animación de medios precarios en una obra digna del panteón de las obras de Burton y Nolan y por supuesto, en la mejor película animada realizada por la Warner Bros hasta la fecha.
El director de Eduardo Manostijeras y Ed Wood nos presenta en su segunda entrega a Bruce Wayne con una poderosa imagen de soledad y reclamo del héroe que no necesita de ningún disfraz.
En su secuela, el director de Memento y Origen nos presenta al protagonista en uno de sus usuales comienzos de índole desconcertante, como un Batman que golpea a un impostor e imitador de su cruzada. Es decir, un Batman que lucha contra si mismo. Este es el plano que define el conflicto interior que sufrirá el personaje a lo largo de las dos horas y media de metraje. Bale pierde todo el carácter que Heath Ledger posee mientras que Keaton, Pfeiffer, Walken y de Vito conforman un equipo de freaks que funcionan como un todo.
Los compositores Danny Elfman (para Burton) y Hans Zimmer (para Nolan) crean dos bandas sonoras completamente diferentes con un nexo en común, ambas son rompedoras y magistrales, todo un himno para generaciones venideras que han marcado la tendencia musical de su época. Especialmente Hans Zimmer que en estos días es copiado en infinitud de films de acción. Mención honorífica merece la banda sonora instrumental de Shirley Walker para Batman: The Animated Series (1992) a partir de los acordes de Danny Elfman con los caracteres de Paul Dini y Bruce Timm que bebieron directamente de Burton y Miller.
Pero habría que hablar de la personalidad (villana y sin redención) de esa sombría ciudad de extraordinaria arquitectura que inspiró al mismísimo Alex Proyas en sus dos obras maestras: El Cuervo, 1994 y Dark City, 1998. En la mirada de Miller y Nolan se muestra sobria, verosímil… una metrópoli alejada del art decó y de las gárgolas para acercarnos a una estampa más actual y Neoyorkina dejando de lado la impresionante arquitectura que recogerían Anton Furst y Bo Welch para la bilogía de Tim Burton y narcotizando la estética fantasmagórica, expresionista y terriblemente amenazadora de ese monstruo que es Gotham.
Arriba: Joker se permite dar la cara a plena luz de día en The Dark Knight(2008), mientras que en Batman (1989) se maquilla para ocultar la pigmentación de su rostro circense. Abajo:Los villanos de Nolan suelen ser hombres distinguidos, llevan traje sin ese toque de comicidad que Burton aportó como fuera el caso de Cristopher Walken /Max Shreck en Batman Returns (1992).
En Batman: año uno, como en las posteriores recreaciones de Nolan, no hay una esquizofrenia visual, la ciudad es un todo al contrario que sus villanos: Dos caras, Scarface o Espantapájaros. Por lo que Miller evita a estos personajes bizarros y nos ofrece villanos de carne y hueso como el alcalde de la ciudad o la presentación del capo de la mafia Carmine Falcone, atreviéndose en última instancia a mencionar la llegada de un nuevo criminal llamado Joker, pero con la picardía de no mostrarlo (un guiño que será aprovechado por Nolan en el final de Batman Begins para crear expectativas de una segunda parte).
Si la imaginería de Burton elevó a su máxima expresión la fauna de Gotham en su oscura Batman Returns, con personajes extremos como Oswal – pingüino- Cobblepot, Max Shreck y una espectacular Catwoman encarnada por Michelle Pfeiffer (que hace sombra a todas sus pre/antecesoras), Christopher Nolan se encarga de fabricar la mejor película de Batman realizada hasta la fecha con el original título de The Dark Knight.
El título de la película excluye por vez primera el nombre del justiciero alado pero hace referencia al comic de culto creado por Frank Miller para, después, centrarse en personajes de tratamiento realista que podrían coexistir en nuestra sociedad. Un cartel más que elegante para cualquier título de la saga puesto que Nolan es el más refinado de los directores que han llevado la franquicia del hombre murciélago. La sutileza es uno de los grandes aciertos de este director comercial, pero poco convencional. Batman Begins se abre con una bandada de murciélagos que nunca dejan paso a esos créditos que exhiben el nombre de la película. De esta manera, desde el comienzo se prescinde cuanto se puede del nombre de Batman, posteriormente se expone al mínimo el personaje y se habla de él en tercera persona para que sea un símbolo y no un tipo ridículo al que le da por disfrazarse para luchar contra el crimen. También omite en ambas partes los créditos iniciales, a los que nos tienen acostumbrados en el cine mainstream, que de un modo indirecto desacreditan la autenticidad de los hechos para recordarnos que es una película realizada por figuras de renombre (actores, productores, compositores, directores…). Con estas decisiones Nolan gana puntos en credibilidad y su puesta en escena resulta más sobria, digna del Batman: Año Uno, convirtiendo Gotham en una ciudad ignota de alto índice criminal; en la que la frialdad de los personajes contrasta con los conflictos interiores que se explican constantemente para que entendamos a modo de dramaturgo los objetivos de estos. Pero en esa búsqueda de realismo pierde un punto de desenfreno. Amén a la utilización de cámaras IMAX para explotar las panorámicas escenas de acción y su rechazo tanto al mundo digital como al de la estereoscopía.
“La intimidad que la ilusión paralela 3D impone no es realmente compatible… Estamos terminando nuestra historia en el próximo Batman, y queremos ser coherentes con el aspecto de las películas anteriores.” – Christopher Nolan «O mueres como un héroe o vives lo suficiente para verte convertido en un villano.» -Harvey Dent. «Esta ciudad merece un criminal de más categoría y se lo voy a dar»- Joker Abajo: Selina Kyle en su primera aparición como Catwoman tras someterse a la locura. En el neón: HELL HERE.Joker es voz y profeta de Gotham, la pintura y sus cicatrices lo atestiguan.
Un poco más sufren los seres desquiciados que pueblan la visión de Burton, por otro lado, más ridículos y patéticos, puesto que todos ellos padecen la enfermedad física y mental de Gotham que los lleva a disfrazarse y adoptar múltiples personalidades (El Pingüino, Joker, Catwoman) por eso podemos decir que en todas las versiones -animadas o en celuloide- ya sean dirigidas por Schumacker, Burton o Nolan, protagonizadas por Adam West, Val Kilmer, George Clooney o los mencionados Christian Bale y Michael Keaton, sean comics ideados por Bob Kane, Alan Moore, Grant Morrison o Frank Miller, después de tantas y tan diversas reinterpretaciones sólo nos queda una constante, un patrón común que unifique y de sentido a la delirante lectura y/o visionado de Batman: Esta es la más primigenia búsqueda de la violencia, el contacto con la oscuridad, con lo visceral. No lo duden, son los villanos las auténticas estrellasy quienes mantienen el interés de la obra. Arkham es el corazón de Gotham siendo Batman, qué duda cabe, otro hijo perdido de Gotham, la lucha que mantiene es absurda porque no se puede curar una ciudad que no quiere ser sanada.
Alcalá de Henares, 15 de noviembre de 2011
La mejor película de Batman considero es la versión de 1989 del famoso Tim Burton pues es una excelente adaptación y lo mejor es que Michael Keaton es un grandioso caballero de la noche, para mí ha sido el mejor; muy buena historia, muy buenos efectos y muy buena recreación; muy recomendable para todos los que aman este personaje.