En pleno año del cien aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial sería muy fácil elegir una película para hablar de tal evento, Senderos de gloria, rodada en 1957 por Stanley Kubrick. Pero a la gente de El Tornillo de Klaus no nos convencen los caminos fáciles. Alguien podría dar entonces otros títulos conocidos como la pionera y humorística Armas al hombro (1918, de Charles Chaplin), la mítica La Reina de África (1951, de John Huston), la agobiante Johnny cogió su fusil (1971, de Dalton Trumbo), la aventurera y no muy afortunada La gran ruta hacia China (1983, de Brian G. Hutton) o la edulcorada War Horse (2011, de Steven Spielberg). Sin embargo nos atrae la idea de acercarnos a través de un personaje de cómic que ha sido llevado al mundo de las películas a través de los dibujos animados. Hablamos de Corto Maltés, el mítico personaje creado por Hugo Pratt entre 1967 y 1988.
Corto Maltés
Escrito por Daniel L. Serrano (Canichu el espía de bar)
Edición gráfica por Alicia Victoria Palacios Thomas
Corto Maltés es un marinero anarquista, pirata en sus inicios, aventurero, librepensador, truhán pero caballero, un choque entre el siglo XIX y el XX.
Hugo Pratt
Es difícil plantearse llevarle a una película. Otros personajes de cómic han contado con problemas que resolvieron los efectos especiales muchos años después de su aparición en las viñetas. Hablamos por ejemplo de personajes como Spiderman, Hulk o Los Cuatro Fantásticos. La complejidad de llevar a Corto Maltés a un personaje en movimiento no reside en que necesite de complejos efectos especiales, en todo caso necesitará de una cuidadísima dirección artística muy al tanto de decorados, vestuarios, ambientaciones y fotografía. El problema de Corto Maltés es que es un clásico del cómic que es importante por su cuidado dibujo y sombreado, así como por sus guiones más que estudiados por Hugo Pratt. Cualquier intento de acercamiento puede colisionar fácilmente con los seguidores del personaje, o bien puede estropear la imagen del héroe romántico de cara a quienes aún no le conocen.
Corto Maltés
A Hugo Pratt le ofrecieron llevar al cine a Corto Maltés algunas veces, cosa que rechazó porque él sabía lo que eso podría suponer.
Para él Corto Maltés era como un amigo. A nadie se le escapa los numerosos parecidos entre la vida del autor y la del personaje, Hugo Pratt siempre lo negó, pero a la vez siempre dejó una puerta abierta a la duda. Como mucho llegó a plantearse una obra de teatro que, si el que escribe no se confunde, nunca llegó a buen puerto. En los últimos años de vida de Pratt, quien moriría en 1995, dio permiso para que se escribiera un guión de cine con actores. Por entonces se barajó los nombres de los actores de acción de la época, aunque quien escribe, no podría aventurarse a especular con ninguno. Hugo Pratt no les daba el visto bueno, y una vez muerto se fue enfriando el proyecto.
El proyecto cinematográfico que contaba con un personaje de Hugo Pratt y que sí salió adelante, con el autor vivo, fue Jesuita Joe, rodada con actores en 1991 y dirigida por Olivier Austen. No tuvo gran éxito y la calidad no era gran cosa, puede que esa fuese una de las causas para que el artista quisiera preservar a su creación más mimada.
Izquierda: Acuarela de Jesuita Joe de Hugo Pratt. Derecha: Jesuita Joe de Olivier Austen, 1991.
Al final, la prometida película de Corto Maltés se realizó en dibujos animados. Su título original es La Corte secreta de los arcanos, dirigida por Pascal Morelli en 2002. Morelli llevaba rondando un proyecto con Corto Maltés desde 1999. Tuvo carta blanca al fin gracias a las productoras Ellipsanime, Neuroplanet, France 2, Raï y Canal+. Morelli era además un fan incondicional de Hugo Pratt desde que leía la revista de cómics Pif en su adolescencia. Pero, siempre hay peros, el proyecto nació casi sin presupuesto. Así que Morelli recurrió a dibujantes surcoreanos para abaratar costes. Tuvo dos problemas básicos ante esto: el primero era que las comunicaciones entre ellos eran malas, el segundo era que las distancias entre Francia y Corea del Sur son tan grandes que lo barato les salió caro. Tuvieron que suspender el proyecto y empezar de nuevo desde la nada en Francia.
La Corte secreta de los Arcanos de Pascal Morelli, 2002.
Pascal Morelli
Morelli creó el guión a partir de los textos de Pratt y con ayuda de otro gran creador, Thierry Thomas, más otra autora como Natalia Borodin.
Quería la mayor exactitud a la novela gráfica que había elegido, también en los dibujos, para los que contó con Jacques-Rémy Girerd. Sin embargo, pese a toda esta asimilación cercana a Pratt que pretendía, cayó en algo que Pratt nunca hizo: abandonó los pinceles y el trabajo manual por el trabajo informático. El largometraje serían dibujos animados por ordenador, y esto tendrá su peso en el resultado. Luego lo comentaremos.
La Corte secreta de los arcanos era el título de un capítulo del cómic relacionado con la historia que se contaba realmente, la cual era la novela gráfica Corto Maltés en Siberia. Por si la confusión creada no era poca, en España se llamó Corto Maltés, la película, y se estrenó con cinco años de retraso, en 2007.
En aquel 2002 La Corte secreta de los arcanos tuvo éxito en Francia e Italia y se transformó en un serial de televisión que fue pasado por estos países. Los capítulos recogían las aventuras en cómic de Corto Maltés y duraban unos 25 a 30 minutos, salvo el dedicado a Las Etiópicas, que duraría unos 45 minutos, lo que es un mediometraje. Este serial a la vez contaba con un conjunto de largometrajes para televisión. No era raro, pues aunque el éxito de la película estaba ahí, este había sido relativo. Como los contratos estaban firmados, las películas contratadas pasaron directamente al medio televisivo, pero sin Morelli de director. Así pues ya no eran largometrajes pasados a cintas de cine de 35 milímetros, sino a cintas proyectables en televisión. Para hacernos una idea mejor, cuando se estrenó en España el largometraje en 2007 sólo pasaron por las salas para verla pagando en taquilla 5.850 personas, según la base de datos de películas calificadas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Lo que supone un fracaso estrepitoso en la península, donde ni siquiera se compraron los derechos de emisión de los seriales de televisión. Los españoles interesados los vemos gracias a medios cibernéticos.
La otra película de 2002, ya para televisión, pasó a ser Bajo el signo de Capricornio, dirigida por Richard Danto y Liam Saury. En 2003 estos dos directores realizaron otros dos largometrajes de Corto Maltés, La balada del Mar Salado y Las célticas. Y en 2004 todavía rodarían La Casa Dorada de Samarcanda.
Viggo Mortensen.
En 2010 se volvería a rumorear de una posible película de Corto Maltés con actores. Sería rodada en Cuba con una coproducción entre británicos y canadienses. Incluso se llegó a decir que Corto Maltés sería el actor Viggo Mortensen. Sólo fueron rumores.
El estilo de dibujo de Hugo Pratt fue siempre artesanal. No le gustaban las nuevas tecnologías.
De hecho, buena parte del personaje de Corto Maltés cuenta con una personalidad atada a las formas de hacer y las cosas menos tecnológizados en el comienzo del siglo XX donde se encuadran sus aventuras. Los dibujos de Hugo Pratt no se deshicieron de los pinceles y eso hace que sus sombreados y sus texturas sean claves en los cómics. La potencia de los dibujos del autor original se basa en sus fuertes claroscuros. Fue un maestro en esto. Manejaba las sombras en negro total de tal manera que muchas veces ellas creaban el dibujo y no tanto un conjunto de lineas. Pratt tuvo a lo largo de su vida tres estilos de pintar. Uno más barroco, otro más plasmático y claro, y otro al final más esquemático. Aquel en el que se fijaron Morelli, Danto y Saury es el de su segunda etapa, un estilo claro, algo pop, muy plasmático, muy limpio. Quizá porque ese estilo es el que mejor se podía adaptar a la tecnología por ordenador de la época. Sus largometrajes con Corto Maltés marcaron unas fuertes pautas en las siguientes películas de cine de dibujos animados por ordenador para adultos. O quizá porque creyeron que eso era lo que más atraería a los espectadores: mensajes visuales claros. Pero, a pesar de que tiene su encanto ver a los personajes en movimiento, trae el gran problema de mostrar historias pintadas de modo barroco con otro estilo que nos recuerda a las producciones de televisión, o en otras palabras: más para la venta que para el Arte, es el caso por ejemplo de Balada del Mar Salado, que por cierto quizá sea la mejor de la saga de largometrajes. El cambio de estilos a veces cambiaba el mensaje de Hugo Pratt con sus dibujos, quien a veces era ambiguo a drede en algunas viñetas. Es cierto que algunas cuestiones nos las aclara visualmente, pero a la vez mata el misterio y la puerta abierta a la imaginación del que ha sido lector.
Otro problema añadido vino con las insuficiencias claras de la tecnología de la época. Algunas de estas películas sufren de personajes que tienen los movimientos un tanto mecánicos u ortopédicos. Los doblajes de voz tampoco terminan de convencer. Los actores de doblaje en español no hicieron un gran trabajo interpretativo, pero tampoco los franceses, los italianos, depende, y los ingleses, quizá. En castellano además el director de doblaje quiso ser tan listo que cometió un error inmenso respecto a los potenciales espectadores, que son los admiradores del personaje. Cambió nombres míticos como el del personaje Boca Dorada por el de Pico de Oro. Quizá creyó que esa traducción era más ajustada al castellano… pero la realidad es que se llama Boca Dorada por cuestiones portuguesas, no por cuestiones de dichos castellanos. A Mü, el continente perdido que nadie sabe cómo se pronuncia, por lo que todos le llamamos como suena, Mu, le dio por nombrarlo Mo, y así, en un poco a poco, va cayendo uno tras otro en un error de doblaje imperdonable para el imaginario de los seguidores.
En cuanto a la dirección en sí nos encontramos con un Corte Maltés de Morelli demasiado centrado en sus pensamientos, en su calma, en su mundo interior… y si bien Corto Maltés tiene algo de esto, unido a la personalidad de un hombre de acción que se sabe que está muy, muy leído, lo cierto es que es precisamente eso: un hombre de acción. De aquel pirata con orígenes españoles e ingleses que empezó la Primera Guerra Mundial a favor de Alemania y siendo participe del secuestro de dos niños, siempre queda algo. Pero en estas películas no parece ser así. En estas películas Corto Maltés siempre es un personaje impoluto, cuando en realidad es un héroe y un antihéroe a la vez. Sólo así se explica que termine la guerra a favor de la Triple Entente y, para quienes se fijen en los dibujos del cómic y no sólo en las palabras de los guiones, condecorado por el ejército británico (lo que ha hecho sostener a algunos la teoría de que es un espía). Quizá tanto retener su ser de puñetazo y disparo (no siempre de forma noble), le dieron el personaje a Danto y Saury. Estos siguen haciendo de él algo bastante reflexivo, pero sí que es cierto que es más rudo en sus manos que en las de Morelli. Y sin embargo… el personaje sigue cojo… y ese es el problema de este personaje en el cine… que evoca demasiadas cosas como para satisfacer a todos los que le conocemos.
En los dibujos animados aparece Corto Maltés como una persona que sólo está de su propia parte y de la de sus amigos, aunque en los cómics hay una evolución clara a favor de los países democráticos de la Primera Guerra Mundial y tras ella una clara posición contraria al fascismo.
No obstante, la historieta que se quedó en el tintero por la muerte del autor, se iba a situar en la guerra civil española y con un Corto Maltés en las brigadas internacionales. Este hecho lo declaró Pratt varias veces, llegó a pintar acuarelas y bocetos, e incluso incluyó la mención de este hecho en boca de dos de sus amigos en al menos dos pasajes de Los escorpiones del desierto, ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Pero hay que ser justos, es cierto que Corto Maltés no tiene nación ni sigue doctrinas de partido o sindicato, por más que sus amigos sean, sospechosamente, anarquistas o de alguna otra rama del socialismo, incluído el forajido Butch Cassidy, quien en su vida real tuvo ideas socialistas.
En cuanto a la banda sonora, la música está al servicio de crear un ambiente continuo de romanticismo a veces empalagoso. En ese sentido, hubieran hecho mejor en cuidar este aspecto en un modo más ajustado a lo que cada situación de las aventuras pide con sinceridad. Tal como se montó, sin dudar de las cualidades del compositor, viene a redundar en un espíritu romántico y refinado de Corto Maltés por encima de sus otras cualidades, digamos, más mundanas, menos elevadas.
Corto Maltés tiene una vida apasionante como personaje.
Las coincidencias y un afinado sentido de la aventura le ubican en los escenarios más curiosos de la Historia del comienzo del siglo XX. Desde el conflicto ruso-japonés de 1905 a los escenarios más exóticos de la Primera Guerra Mundial, y después a aquellos años 1920 que son los hijos de esa guerra para bien y para mal. Su mundo es muy atractivo, aunque es recomendable conocerlo primero desde las novelas gráficas. Las películas ganan y se enriquecen en esta ocasión si se conoce previamente el mundo de Corto a través de Pratt. Algunas cuestiones de los largometrajes se resuelven apresuradamente, sólo el lector entenderá el ritmo de una manera más acertada.
Y sin embargo a todo lo dicho, ¿qué amante de Corto Maltés no ha querido verle en movimiento? Pues eso.
Daniel L.-Serrano (Canichu, el espía del bar) autor de Noticias de un Espía en el Bar
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